LEON
Así es León: carriles-bici y empedrados medievales. Un recorrido por esta urbe tan antigua y, al mismo tiempo, tan moderna, donde las campanas aún resuenan y, lo que es más importante, se escuchan.
León es paso obligado en la ruta romana Italia-Hispania, unión de los caminos Astorga-Tarragona y Astorga-Burdeos, referencia continua en el Camino de Santiago y lugar estratégico en la Ruta de la Plata.
QUÉ VISITAR
Para comenzar nuestro paseo por León, tomaremos la calle Carretas y al doblar la esquina, ya en la avenida de los Cubos, nos encontramos ante los torreones de las murallas romanas.
Viendo estas murallas de diez metros de alto por siete de espesor, nos damos cuenta de la importancia que tenía para Roma este remoto asentamiento desde el que se controlaban las minas de oro de la región, sobre todo las de Las Médulas.
La muralla, en buen estado de conservación, mantiene aún 36 torres o cubos, lo que ha dado nombre a la calle. De todas las puertas que tuvo la ciudad sólo quedan los restos de una, y no es la original. Está al final de la calle y se la conoce como el arco de la cárcel. Son calles estrechas, llenas de recovecos, pero agradables para pasear sin problemas y tomarse un vino.
León es conocida principalmente, por su catedral gótica, y en especial por sus 1.800 metros cuadrados de vidrieras, unas de las más famosas del mundo. Con sus gárgolas y pináculos es la maravilla del arte gótico de las más hermosas de España. Construida a principios del siglo XIII y terminada en el siglo XV, presenta una gran unidad estilística, hecho poco habitual en este país, lo que la dota de una elegancia única.
Lo más hermoso y espectacular de la Catedral de León no son sus esculturas o su arquitectura, sino el espacio interior, en el que la luz, con diferentes tonalidades dependiendo de la hora del día, nos envuelve. Las inmensas vidrieras, de las mejores de Europa, son similares a las francesas pero más coloristas, ya que añaden al azul y el rojo habituales la gama de verdes, ocres y amarillos, haciendo de ésta la Catedral de la luz.
Desde la plaza de la Regla, la de la catedral, tomamos la calle de Mariano Domínguez Berrueta, que nos conduce a la Plaza Mayor en un trayecto de apenas dos minutos. Esta clásica plaza cuadrangular y porticada se construyó en la segunda mitad del siglo XVII, cuando los artesanos se arracimaban en calles gremiales (Zapaterías, Herreros, Cantareros...). Hay que verla los días de mercado (miércoles y sábados), cuando se reúnen en un cuadro abigarrado y nutritivo las peras, las manzanas reinetas y las castañas del Bierzo, los pimientos de Fresno de la Vega, los tomates de Mansilla, los puerros de Sahagún, los quesos azules de Valdeón, las cecinas, los chorizos, los botillos y las morcillas.
Al otro lado de la calle Ancha nos espera la calle del Cid y, al final de la misma, nos encontramos con otro monumento deslumbrante: la basílica románica de la Real Colegiata de San Isidoro y el Panteón Real, sencilla y robusta es una de las piezas más completas y emblemáticas del románico.
Imprescindible es la visita al Panteón Real. Esta extraordinaria tumba de reyes, reinas e infantes, está cobijada por una bóveda cubierta por pinturas románicas, consideradas el mejor conjunto pictórico en su estilo de todo el mundo, un legado soberbio que narra la historia de la Redención según la liturgia mozárabe, razón de más para llamarla la ?Capilla Sixtina del Románico?. Todos los sábados por la noche, de mayo a octubre, la fachada de la basílica se ilumina con una proyección artística con imágenes de la historia del reino de León.
Al salir de San Isidoro, bajamos una escalinata que hay a mano derecha y nos acercamos por Ruiz de Salazar a la plaza de San Marcelo, donde reparamos en dos edificios singulares. Uno es la neogótica Casa Botines, obra de Gaudí. Construida entre 1892 y 1893, fue un antojo de unos comerciantes locales de tejidos. El estilo de la obra es neogótico, con las influencias tan características de modernidad que Gaudí imprimía en sus edificaciones, muy vanguardista para su tiempo, en el que se combinaba el uso comercial en las plantas más bajas, con el uso como vivienda en las plantas superiores.
Y el otro edificio es el Palacio de los Guzmanes, actual sede de la Diputación, que esa influyente familia homónima encargó a mediados del siglo XVI al gran arquitecto renacentista Rodrigo Gil de Hontañón. Posee una delicada elegancia renacentista, con gracia y sencillez estructural. El patio es espectacular.
Destacan también desde el punto de vista arquitectónico el Palacio del Conde Luna, recientemente restaurando para acoger la sede de la Universidad de Washington, y el de Jabalquinto, ocupado por diferentes talleres artesanos (vidriería, encuadernación, pintura?).
La plaza del grano, exponente de lo más típico de León, posee un clásico empedrado y casas con soportales, de las que sólo se conserva un digno ejemplo, un convento de clausura y la espalda de la Iglesia del Mercado. Esta plaza tiene un encanto especial. Se denomina así porque en ella, además de pregonar las ordenanzas, tenía lugar la feria de los cereales, curtidos, caza y la del pan.
Seguimos paseando y unas conchas metálicas pegadas en el suelo, como fósiles que atestiguasen el milenario serpentear de la ruta jacobea por la ciudad, guían nuestros pasos hasta la muralla medieval, por la calle de los Herreros y la de la puerta Moneda. Por esta puerta, hoy desaparecida, los peregrinos entraban en la ciudad.
Las conchas de vieira indican su vinculación con la ruta jacobea. De hecho, el Parador de San Marcos es uno de los más bellos edificios de León. Nace a partir de la donación realizada por la infanta Doña Sancha en el siglo XII, con el fin de erigir un templo y un hospital fuera de los muros de la ciudad, junto a la ribera del Bernesga, para ?hospedar a los pobres de Cristo? en el Camino de Santiago. El Convento de San Marcos fue hospedería para peregrinos, sede de la Escuela de Veterinaria, Colegio de la Compañía de Jesús, Cuartel de Caballería y hasta presidio. Entre sus muros sufrió prisión Francisco de Quevedo, entre diciembre de 1639 y junio de 1643. El conjunto de San Marcos es una de las obras más sobresalientes del Renacimiento hispano.
Actualmente, y desde 1964, es un destacado Parador Nacional de Turismo.
Para los amantes del arte contemporáneo, León guarda agradables sorpresas: el MUSAC (Museo de Arte contemporáneo de Castilla y León) situado en una de las zonas con más impulso de la ciudad, Eras de Renueva, que está en la remozada ribera del Bernesga, un edén longitudinal de mimados céspedes, doradas alamedas, carriles-bici, puentes peatonales y hasta represas para practicar el piragüismo. Es interesante tanto por las exposiciones y actividades que organiza a lo largo del año como por el edificio en sí, ganador de algunos de los más importantes premios de arquitectura y diseño. El Auditorio, justo al lado del museo, tiene un diseño rompedor y programa actuaciones y conciertos de primer orden.
Al atardecer, recorrer los Jardines de la Condesa y el paseo de Papalaguinda, siguiendo el río Bernesga que atraviesa la ciudad, es un verdadero placer que agradecen todos los sentidos.
EL BARRIO HÚMEDO
Se trata de una zona del casco antiguo de la ciudad, a la derecha de la Calle Ancha y la Catedral, donde la mayoría de los locales son bares, tabernas o cosas por el estilo (Pubs, Restaurantes, etc.).
De hecho, hay un bar al que se entra desde otro bar? !!!
Si tenéis pensado ir de de tapas por León, tenéis que saber que son gratis y una obligación para cualquier tabernero. Y como es una tradición, los locales se han ido poco a poco especializando y la gente va a ese local en el que ya sabe que hay esto o lo otro.
Por ejemplo:
Las patatas del Flechazo, las morcillas de La Bicha, etc.
Uno de los rincones más emblemáticos del Barrio húmedo es la plaza de San Martín. Allí están gran parte de los bares y locales más visitados del húmedo.
El Barrio Húmedo es una serie interminable de bares cada uno con su especialidad. Podéis empezar desde la calle Ancha subiendo hacia la Catedral o desde la catedral hacia la derecha y bajando, buscando la plaza Mayor o la de San Martín.
En esta zona se encuentran algunos bares míticos con su especialidad:
- Bar Miche. (Plaza de San Martín)- Calamares con gabardina.
- Bar El Flechazo (Platerías) - Patatas con pimentón.
- Bar La Bicha (Plaza de San Martín) - Morcilla (¡Cuidado con el dueño!!!. Firmado: El Perro).
- Mesón La Patata (Misericordia) - Patatas.
- Bar La Alpargata (Carnicerías) - "Cojonudos" y orejas.
- Bar El Garbanzo Negro (Cuesta de los Castañones) - "Tigres".
- Latino (Plaza de San Martín) Calamares- Pedir una ración.
EL BARRIO ROMÁNTICO
Este barrio comienza en la Calle Ancha, siguiendo la calle del Cid hacía la colegiata de San Isidoro y las calles de arriba.
Se están recuperando varios locales con un estilo muy Slow Food y de calidad.
Nuestro preferido es la Taberna de Flandes. Pequeño pero inigualable. Tapa de lacón. En la calle del Cid. Intemporal.
Es un sitio ideal para probar el vino Prieto Picudo rosado, uva con denominación de origen Tierras de León.
Aquí no destacamos ninguno, todos tienen algo interesante.
EL BARRIO DE ERAS
Esta zona es relativamente nueva y la construcción de varios edificios de oficinas hizo crecer los bares y las tapas, convirtiendo a algunos de ellos casi en intransitables.
Esta zona está al lado del MUSAC.
- El Chorco (Reyes Leoneses) - Muchas y muy buenas (Probar el queso de Valdeón).
- El Museum (Al lado)- Patatas.
- La Competencia (Al lado) Trozos de Pizza. Muy buenas.
GASTRONOMÍA
La gastronomía local leonesa es cocina de exquisitos manjares, de platos de cuchara para enfrentarse al largo invierno, de suculentas carnes y embutidos, de ricos platos de la huerta y de deliciosos postres caseros.
La sabiduría popular aprovecha los productos de la tierra para ofrecer al visitante auténticas delicias basadas en la calidad natural de las materias primas.
Con los frutos de la abundante caza se ha desbordado la imaginación, y liebre, conejo, perdiz, codorniz o jabalí se cocinan a la cazuela, guisados o estofados. El cerdo es en León el padre de auténticos pecados: morcilla, chorizo, jamón, lomo?, embutidos artesanales que, con el tratamiento ?al humo?, conservan el sabor a la antigua usanza, sin olvidar el embutido estrella, la cecina.
Además existen platos muy destacados de la provincia: como el Botillo del Bierzo, el Cocido maragato, la Olla berciana, la trucha ?producto de los miles de kilómetros de ríos trucheros que recorren la provincia- con un lugar destacado en los restaurantes y bares de la ciudad.
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